miércoles, 4 de julio de 2012

La esperanza saharaui regresa a O Salnés

Las familias de O Salnés acogerán este año a 14 niños saharauis procedentes del campo de refugiados de Tindouf, Argelia. Los pequeños aterrizaron a primera hora de ayer en Lavacolla y fueron recibidos nada más llegar a Vilagarcía por el alcalde y la concejala de Benestar. Las emocionadas familias volvieron a disfrutar de sus sonrisas y pasarán los dos próximos junto a ellos. Estos padres de acogida han realizado un esfuerzo considerable para capear la crisis y asumir el coste que conlleva el programa, pero todos aseguran que merece la pena por la recompensa afectiva. D.P. - VILAGARCÍA Ni el euríbor, ni la prima de riesgo, la inflación o los recortes. Nada ha sido capaz de impedir que 14 familias de O Salnés hayan decidido participar un año más en el programa de acogida de niños saharahuis, que cada verano trae a tierras arousanas a chicos de edades comprendidas entre los 7 y los 12 años procedentes del campo de refugiados de Tindouf, Argelia. Después de un largo y duro viaje, que para algunos de ellos suponía el primer distanciamiento de sus padres y sus casas, ayer por la mañana aterrizaban en el aeropuerto de Santiago y conocían o se reecontraban con sus familias arousanas. La siguiente parada fue el Concello de Vilagarcía, en donde fueron recibidos por el alcalde, Tomás Fole, y la concejala de Benestar, Elena Suárez, que les dedicaron unas cálidas palabras de bienvenida. Aquí, los niños cambian el yermo sahariano, donde el agua es mucho más que un tesoro, y la pobreza extrema de un poblado sin apenas servicios, por viviendas modernas, una tierra fértil y un mar que les sorprende. Eso sí, algunos prefieren la piscina. Lo que no varía con el cambio es el afecto que reciben los chicos de sus mayores, cariño que siempre es recíproco. Muchos, como Javier Vidal (delegado comarcal de Solidariedade Galega co Pobo Saharaui), Rosina Diz o Carlos Otero, no tienen hijos, por lo que para ellos la experiencia es novedosa y sumamente enriquecedora. Un ciclo que no se termina Javier Vidal explica que los niños solo pueden pasar cinco veranos en Galicia. Eso sí, cuando este ciclo finaliza, todos los padres de acogida siguen carteándose, telefoneándose e incluso viéndose con ellos, pues en algunos casos han podido viajar a Tindouf para conocer las condiciones de vida en la zona. "Sus padres están en contacto permanente con nosotros", explica. La adaptación durante los primeros días es difícil, pues "no entienden apenas el idioma" y echan de menos a sus familias. Aali, el joven de 10 años que Javier acoge desde hace tres en Vilagarcía, quiere "arreglar coches de mayor", algo que el delegado de Solidariedade Galega ya ha hablado con sus padres. "Es muy complejo", reconoce. "En otras comunidades hay programas para formar a los chicos cuando ya son adolescentes, en Galicia todavía no existe esa posiblidad". El apoyo institucional escasea, comenta, y cada vez es más complicado conseguir que los niños puedan venir a España. "Hay familias que se han quedado en el paro y han realizado grandes esfuerzos para poder seguir en el programa. Conozco un padre que incluso ha dejado de fumar" para costear la estancia, que no es precisamente barata (Sólo el viaje ya son mil euros). Para poder continuar adelante, la asociación organiza mercadillos y cenas con las que recaudar los fondos que ya no aportan algunos concellos de la zona. La carrilexa Rosina Diz convive con Abdati, de 11 años, que "ya es de la familia". "Es su último año, pero lo llevamos bien", dice. "Quiere estudiar Secundaria en Argelia". Rosina se apuntó "por casualidad" a este programa. "Vi un día el cartel en la caja de ahorros. Decía que había más niños que familias de acogida, así que no me lo pensé mucho". Carlos Otero acoge en O Grove a Muna, una chica de 10 años, desde que tenía 6 y afirma que para él es una experiencia "enriquecedora", pues no tiene hijos. "Su primer año fue muy duro, era muy pequeña. Ahora le gusta todo: la playa, la comida. Es una chica como cualquier otra". ¿Qué quieres ser de mayor, chico "esponja"? Una de las madres de acogida, Rosina Diz, comenta la capacidad de los niños de aprender como "esponjas", lo que hace que "se vayan el primer año sabiendo castellano y gallego. Incluso se permiten corregir a los de aquí". Uno de los niños que pasó sus veranos en Arousa, volvió para estudiar informática y ahora da clases en su tierra. Algunos de estos chicos tienen claro que seguirán el mismo camino. Calderilla en la España en crisis, lujo en el desierto Según cuentan los que han estado en Tindouf, un padre de familia no gana más de 50 euros cada trimestre. Con ese sueldo es lógico que cuando un padre de acogida envía dinero a un niño, sea recibido con enorme gratitud por poco que sea. Eso, y las medicinas, balones de fútbol, pilas de reloj, gafas graduadas y decenas de objetos más que allá son un auténtico lujo y aquí tienen un valor apenas apreciable para la sociedad.

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